Rue20 Español/ Madrid
Ilyass Benamar*
A través de mi experiencia en la diplomacia universitaria y mi carrera, se me he demostrado que el camino hacia la reconciliación global comienza por fortalecer la posición de la diplomacia cultural y universitaria en las relaciones internacionales.
Por eso, opinaba que la diplomacia cultural es la clave de la convergencia de los pueblos, una verdadera válvula de seguridad para las naciones que buscan la paz. La política no es suficiente para resolver los problemas entre países, que se ha traducido en realidad internacional desde el final de la Segunda Guerra Mundial y cuando el mundo entró en una atracción polar entre los campos capitalista y socialista.
En ese momento, los políticos descubrieron que necesitaban un medio más eficaz que las mesas de negociación, y reconocieron el papel de la cultura en la influencia de los pueblos y su capacidad para dar forma a las relaciones internacionales.
El objetivo del «poder blando» a principios del decenio de 1990 es dar a la cultura un nuevo papel internacional. El poder del Estado ya no se mide únicamente por la fortaleza de su economía o su presencia política y militar, sino también por la medida en que es capaz de crear relaciones entre él y otros países, y el tamaño de su lugar en posiciones avanzadas en instituciones internacionales. Pero creo que la diplomacia cultural, a pesar de su formación contemporánea, no ha estado completamente ausente en la historia intermedia, pero tiene diversas raíces, como la diplomacia cultural es el mejor desarrollo de otras formas de comunicación entre las naciones y los pueblos a nivel de intercambio de culturas y expresiones simbólicas. De ahí que el don sea una de estas formas que tradujo la voluntad de comunicarse entre los pueblos hace siglos en un símbolo de convergencia.
Así, se sumó a la diplomacia oficial pública y a otra diplomacia oculta paralela llevada a cabo por organizaciones oficiales como la Universidad, centros de investigación u organizaciones no gubernamentales, denominada diplomacia paralela.
La diplomacia cultural es clave para fortalecer las relaciones internacionales y se está expandiendo, y la diplomacia oficial no podrá prescindir de ella ahora.
Entre las instituciones activas de hoy en día en el ámbito de la diplomacia paralela a nivel internacional, las universidades y sus centros de investigación, como se mencionó anteriormente, desempeñan un papel importante en la diplomacia contemporánea de diversas maneras, las más importantes de las cuales son: Organizar congresos y seminarios internacionales, así como visitas de intercambio entre diversas universidades del mundo, y luego asegurar la formación de élites diplomáticas dentro de los Estados (empresarios en el marco de la diplomacia económica, así como los investigadores…), el establecimiento de centros de investigación científica especializados en la gestión de crisis internacionales, así como la iniciativa de presentar propuestas para la resolución de conflictos e influir en la orientación de la opinión pública internacional.
La diplomacia cultural es un instrumento eficaz e importante para consolidar el entendimiento y la confianza mutuos entre los Estados.
La cultura también debe integrarse en el desarrollo sostenible, cuando sea necesario reforzar el papel de la diplomacia cultural como instrumento esencial e importante para sentar bases sólidas para el conocimiento, la confianza mutua, la comprensión y la paz, con el fin de avanzar hacia un diálogo y una armonía duraderos, y el desarrollo no será sostenible a menos que la dimensión cultural esté adecuadamente integrada.
Por último, la diplomacia universitaria y el poder blando pueden ser una herramienta suficiente para alcanzar los objetivos de la diplomacia oficial.
*Ilyass Benamar es Doctorando en Derecho Internacional y Relaciones Diplomáticas por la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid